El triunfo del paisaje italiano (I): Las vedute

1. Giovanni Antonio Canal

En el siglo XVII la República Serenísima, comprendía la provincia del Véneto, una parte de Istria, casi toda Dalmacia y las islas Jónicas. Seguía estando viva a comienzos de la centuria gracias a su activo comercio.

El período en el que se enmarca el vedutismo está marcado por la estabilidad, y por un cierto retroceso en el comercio mediterráneo, en parte por la concentración de la propiedad agraria, la vigencia de una agricultura tradicional y la decadencia de la clase dirigente. La estabilidad política viene de la constancia de los ingresos comerciales, principalmente de las exportaciones de cerámica, objetos de vidrio y obras de arte; tanto que la ciudad llegó a declararse puerto franco en 1735.

Durante la primera mitad de siglo, Venecia vivió una gran tensión espiritual: era una realidad cosmopolita e internacional en la que abundaban el fervor creativo, los debates estimulantes, los connaisseurs refinados; que bullía de intercambios y negocios, así como de agotadoras discusiones teóricas.

En el ámbito de las Bellas Artes, una multitud de especialistas –pintores de escenas históricas, de vedute, paisajistas, grabadores, arquitectos y escultores-, además de una gran multitud de hombres de negocios, editores y talleres artesanos se movían y trabajaban con fervor, lo cual confería a la Dominante categoría de emporio mundial, punto de difusión de miles de pinturas, grabados y obras de arte procedentes de los países más remotos.

2. Salida del Duque de Choiseul desde la Plaza de San Pedro, Panini

“Salida del Duque de Choiseul desde la Plaza de San Pedro”, Giovanni Panini

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII, cambió el panorama político gracias al pensamiento ilustrado, que impulsaría notablemente el desarrollo económico. Esto dio lugar a la aparición de una nueva burguesía en ciudades secundarias y centros rurales.

A medida que la decadencia política iba alcanzando cotas más preocupantes, la nobleza, a la cual nunca se le hubiera ocurrido que fuese necesario trabajar para vivir, abría las puertas de los suntuosos palacios para ofrecer al pueblo el espectáculo de una riqueza deslumbrante y de una atávica propensión a los placeres (sin olvidar nunca la defensa de sus privilegios).

Aunque parecía que las bases económicas tradicionales de Venecia se habían resquebrajado, y que la economía iba a peor, la ciudad no dejaba de ser atractiva para los extranjeros. Cada vez un mayor número de visitantes se acercaba a la “Ciudad de los canales”, no sólo por el comercio, sino para disfrutar de las fiestas (Carnaval), de las salas de juegos, o simplemente de la ciudad.

3. Vista de la Punta della Dogana en dirección a la Chiesa della Salute, Guardi

“Vista de la Punta della Dogana en dirección a la Chiesa della Salute”, Francesco Guardi

El pueblo vivía su simple cotidianidad sin privarse de pequeños placeres y algunas satisfacciones; disfrutaba de una libertad que le permitía desarrollar, en el trabajo artesano, el buen gusto estético y el instinto creativo innato, gozaba de una condición social propia y participaba en la vida ciudadana sin hacerse grandes preguntas.

La nobleza, la burguesía y el pueblo estaban sólidamente unidos por su inclinación a las fiestas, los espectáculos teatrales y las diversiones que se sucedían durante buena parte del año: regatas, recepciones, visitas oficiales, fiestas parroquiales… El escenario de este gran teatro era, naturalmente, la ciudad, con sus calli y campielli y, sobre todo, la plaza de San Marco y la contigua Piazzeta, donde se celebraba sin interrupción un espectáculo ruidoso y absorbente.

Pero la decadencia veneciana se consolidó cuando el 12 de mayo de 1797, el Gran Consejo declaraba la disolución de la Serenísima República de Venecia. Esto sucedió por orden de Napoleón, y poco después las tropas francesas entraron en la ciudad. Las reformas y mejoras que prometió el dirigente francés nunca llegaron a darse, pues Napoleón había negociado anteriormente con Austria la entrega de la ciudad a cambio de otros beneficios.

A partir de 1797 Austria domina la región del Véneto como una provincia más de su imperio.

4. Campo de San Juan y San Pablo, Marieschi

“Campo de San Juan y San Pablo”, Michele Marieschi

En esta compleja realidad urbana y social encaja, de forma casi natural, el fenómeno del vedutismo, es decir, de un género pictórico que conoció su apogeo en el siglo XVIII y adquirió un valor especial en Venecia debido a su capacidad de llevar a cabo, sobre todo gracias a Canaletto, una fusión apasionada entre la forma de la estructura urbana y la gente, atareada u ociosa, que vivía en ella.

El vedutismo veneciano nació de la cultura iluminista, más que como pintura de género, como necesidad de aclarar la estructura y el funcionamiento de nuestro modo de ver y percibir. Las imágenes de la realidad, por una parte, y por otra las de la fantasía, que creamos en nuestra mente: es la razón la que controla y guía el oficio y la técnica que pueden brindar la representación del paisaje de las vedute, opuesto al de las vedute di fantasia.

En el vedutismo, el único protagonista es el paisaje, arquitectónico o naturalista: los hombres, cuando los hay, sirven sólo para animar las calles o la campiña, para dar una sensación de volumen o movimiento. Venecia, por el encanto de la arquitectura reflejada, por el esplendor de la luz de un cielo terso, por el colorido importado de Oriente, parece conjugar ambas exigencias, y ofreció al rigor crítico de Canaletto la ocasión ideal para un nuevo vedutismo.

5. Entrada al Gran Canal, Canaletto

“Entrada al Gran Canal”, Giovanni Antonio Canal

Pero, ciertamente, ¿qué es lo que se denomina vedutismo? La palabra ‘veduta’ significa ‘vista’ en italiano, por tanto, el vedutismo es un género pictórico perteneciente al Settecento Italiano, desarrollado principalmente en la ciudad de la que venimos hablando: Venecia.

Las denominadas ‘vedute’ son vistas, generalmente urbanas, en perspectiva, llegando a veces a tener cierto sentido cartográfico: se reproducen imágenes panorámicas de las ciudades, describiendo con minuciosidad los monumentos y lugares más típicos que se puedan encontrar en ellas. Se pueden representar sólo las ciudades o arropadas de gente, normalmente de pequeño tamaño y con poco detalle, ya que carecen de interés.

Estas vedute fueron consideradas recuerdos o incluso postales para los viajeros que llegaban a Venecia con motivo del Grand Tour, teniendo una gran influencia en el resto de Europa. Cabe destacar que la presencia en la ciudad de importantes colonias de extranjeros, sobre todo ciudadanos británicos, propició la internacionalización del arte veneciano, favoreciendo el intercambio cultural y el comercio artístico, así como los viajes de artistas venecianos a otros países.

6. Puerto con el embarque de la Reina de Saba, Claudio de Lorena

“Puerto con el embarque de la Reina de Saba”, Claudio de Lorena

Si nos remontamos a los antecedentes que pudiera tener la veduta, podríamos nombrar a paisajistas anteriores, como Nicolas Poussin o Claudio de Lorena, así como el paisajismo holandés. Uno de sus claros precedentes fue Gaspar Van Wittel.

En cuanto a sus influencias posteriores, hemos apuntado que tendrá una gran influencia en el resto de Europa, pero, esta cuidada utilización de la luz, la tradición de la representación atmosférica del “sfumato” de Leonardo, y las gamas cromáticas de amaneceres y atardeceres de Claudio de Lorena, influirá en la forma de pintar de grandes artistas como William Turner, Whistler, Camille Corot, o el mismísimo Monet.

7. Templo de Cástor y Pólux, Piranesi

“Templo de Cástor y Pólux”, Giovanni Battista Piranesi

Una derivación de la veduta fue el capriccio (capricho), un tipo de representación basada en el paisaje pero de corte fantástico, idealizado, generalmente con un motivo particular que llama la atención, como es la representación de ruinas. En el capriccio pueden coexistir edificios reales e inventados, antiguos y modernos, cualquier elemento que surja de la voluntad del artista. Destacan dentro de este estilo Giovanni Battista Piranesi y Giovanni Paolo Panini. El capriccio fue practicado por casi todos los vedutistas venecianos.

8. Vista de Florencia desde la Via Bolognese, Van Wittel

“Vista de Florencia desde la Via Bolognese”, Gaspard van Wittel

El mérito de haber llevado a su madurez la veduta, entendida como la representación fiel del aspecto urbano comprendido en el fluir de la vida cotidiana, corresponde a un artista holandés que llegó a Roma en 1647, Gaspard van Wittel. La presencia de Van Wittel en la ciudad de los canales entre 1694 y 1695 fue de una gran importancia, porque inconscientemente entretejió su historia de vedutista con la del gran vedutismo veneciano.

El gran representante de la vedute es Giovanni Antonio Canal, a él se debe, sobre todo, el hallazgo de un nuevo y atractivo tema pictórico en edificios y rincones que se convertían así en motivos dignos de ser representados, tal y como desea recordarlos el viajero, algo típicamente moderno.

 

 

Fuentes consultadas:

BALSAMO, Cinisello: Canaletto: il trionfo della veduta.

DIPUTACIÓ DE BARCELONA: Canaletto: una Venècia imaginària.

GOMBRICH, E.H.: La Historia del Arte.

PAOLUCCI, Antonio: Canaletto.

Revista “Entender la Pintura”: Canaletto.

ULLMANN, H.F.: Neoclasicismo y Romanticismo: Arquitectura, Pintura, Escultura, Dibujo.

 

 

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