Comentario exhaustivo (X): «El Rapto de Proserpina», Gian Lorenzo Bernini

El Rapto de Proserpina

Mientras Prosérpina juega en aquel bosque y coge violetas o blancos lirios, y mientras con entusiasmo de niña llena los cestos y su regazo, y se afana por superar en su recogida a sus compañeras, casi al mismo tiempo fue vista y amada y raptada por Dite (Plutón): hasta tal punto se apresura el amor. La diosa, aterrada, llama con su plañidera boca a su madre y a su séquito, pero con más insistencia a su madre, y, después de que había desgarrado su vestido desde el escote, las flores recogidas cayeron al soltarse la túnica, y tan gran sencillez hubo en sus juveniles años: también esta pérdida provocó un dolor a la joven”.

Cuando los tres reyes hijos de Saturno, a saber, Júpiter, Neptuno y Plutón, se repartieron el mundo, a Plutón, como el más joven que era, le asignaron la peor parte: el triste reino de los infiernos. Hades, fue desde el principio el dios de lo que hay bajo la superficie de la tierra, el encargado de recibir a los muertos cuando se pensaba que éstos permanecían en su tumba, y resultó fácil trasladarlo a los infiernos cuando la imaginación helénica los creó. Sin embargo, a su territorio perteneció siempre la zona donde germinan las plantas y el subsuelo, donde se hallan las rocas que ocultan los filones metalíferos y las piedras preciosas. De ahí que recibiese el sobrenombre de Plutón, “el rico”, que se popularizaría en la Atenas del siglo V a.C. Este nombre fue el que se impuso en Roma cuando las creencias helenizadas fueron sustituyendo al viejo genio itálico de la muerte, Orco.

2 RAPTO PROSERPINA

Plutón tuvo muy pocas representaciones en un primer momento, y el único mito que protagonizó, fue el rapto de Perséfone, hija de Deméter. Proserpina, hija de Ceres, vivía retirada en Sicilia, junto a las campiñas del Etna, y allí gustaba pasar su juventud en paz e inocencia. Un día que se entretenía con sus compañeras cogiendo flores, Plutón la divisó y la raptó a pesar de sus protestas y de las amonestaciones de Minerva. Orgulloso el dios con su presa, lanzó a todo correr sus caballos negros, abrió la tierra con un golpe de su cetro y se hundió en el reino de las tinieblas. Al tener Ceres noticia de esta desventura, se presenta a Júpiter, dios del Olimpo, y le pide justicia. El padre de los dioses intenta calmarla, haciéndole ver que debe sentirse orgullosa de tener por yerno a un poderoso monarca, y al fin le dice: “Si, no obstante, vuestro deseo es que Proserpina os sea devuelta, no me opongo a ello, con tal que no haya comido nada desde que entró en los infiernos: tal es el fallo del Destino”. Pero Proserpina acababa de echar mano de una granada y había comido ya algunos granos. No obstante, y a fuerza de ruegos, Ceres pudo obtener que su hija morase en los infiernos sólo durante seis meses del año y que pudiese pasar los otros seis sobre la tierra. Es de este modo como explica la mitología clásica el cambio de las estaciones del año.

3 SCIPIONE BORGHESE

En junio de 1621 el cardenal Scipione Borghese comenzó a pagar los honorarios a Bernini por este grupo escultórico, y en septiembre del año siguiente la escultura fue colocada en la Villa Borghese. Era un regalo del cardenal a Ludovico Ludovisi, que había asumido su mismo cargo de cardenal nepote durante el pontificado del nuevo Papa, Gregorio XV. En 1908 la escultura volvió a la Galería Borghese, adquirida por el Estado Italiano.

A Plutón se le retrata abalanzándose hacia adelante en el momento de agarrar violentamente a Proserpina. Bernini interpretó este antiguo tema de la violación como un conflicto entre la lascivia brutal y la angustia desesperada, recalcando los sentimientos enfrentados de las dos figuras con varias sutilezas en la composición; aunque Plutón sujeta férreamente a la agitada Proserpina, sus cuerpos parecen estallar en pedazos, y este doble movimiento queda reforzado por el hecho de que el brazo de Plutón pugna por estrecharla y el de Proserpina por separarse con energía, estando los dos casi paralelos. Al señor de los infiernos lo vemos representado con los símbolos reales, corona y cetro; detrás suyo se ve a Cerbero, figura animal monstruosa de tres cabezas, controlando que nada ponga obstáculos al designio de su dueño.

4 RAPTO PROSERPINA detalle

Ante esta escultura sin parangón, es imposible apartar la vista de los dedos de Plutón, agarrando a Proserpina con una fuerza imparable, hundiendo sus dedos en las carnes de la diosa. Esta obra posee tanta veracidad que puede llegarnos a hacer olvidar que es mármol lo que vemos.

Bernini ha congelado el instante: la acción se encuentra en el punto culminante de su desarrollo, en un momento del drama representado mediante la característica expresividad corpórea.  El movimiento de los miembros y las cabezas de los protagonistas ritman la composición: el rostro de la joven ninfa, por ejemplo, se vuelve hacia atrás, surcado por las lágrimas. Plutón, por el contrario ostenta su fuerte virilidad expresada en la fuerza muscular, marmórea, estrechando con gran fuerza las delicadas carnes de Proserpina.

5 RAPTO DE LAS SABINAS

Ahondando un poco más en los precedentes iconográficos de esta magnífica obra, si observamos ambos personajes como un conjunto, como una única escena llevada al mármol, no podemos dudar en acudir a la obra “Rapto de las Sabinas” de Giambologna. Un dibujo preparatorio importante da a entender que Bernini, en un principio, recurrió a concepciones manieristas de grupos que representan escenas de violación, tales como la mencionada anteriormente del artista francés.

En la Galería Borghese, lugar en el que se alberga la obra en cuestión, las estatuas y grupos se encuentran exentas en el centro de las habitaciones, con la finalidad de poder rodearlas y contemplarlas con total plenitud. Generalmente se olvida que su colocación actual es de fecha bastante reciente y que cada una de estas obras estaba colocada originalmente contra una pared. Precisamente desde el principio, Bernini “ancló” firmemente sus estatuas a sus ambientes y con el paso de los años encontró nuevos y característicos recursos para asegurar que fuesen contemplados desde puntos de vista ya elegidos de antemano.

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Con todo esto, la estatuaria renacentista es la que nos viene a la mente cuando pensamos en esculturas concebidas para un punto de vista principal. La mayoría de las figuras renacentistas no dejan duda alguna sobre el principal punto de vista; muy diferentes son las figuras de Bernini: éstas se extienden en profundidad y a menudo muestran disposiciones complejas de planos y movimientos espaciales contrastantes.

Como conclusión, mirando la espléndida estatua del artista napolitano, percibimos la ambigüedad fundamental de la carne y la piedra, de la piedra como carne: la carne petrificada.

Fuentes y enlaces de interés:

BOCCACCIO, G. (1983). Genealogía de los dioses paganos.

ELVIRA BARBA, M.Á. (2013). Arte y mito: manual de iconografía clásica.

PINTON, D. (2009). Bernini, escultor y arquitecto.

PUBLIO OVIDIO NASÓN (2004). Las Metamorfosis.

REVILLA, F. (2007). Diccionario de iconografía y simbología.

ROMERO, M. (2014). Las obras mitológicas de Bernini y sus fuentes clásicas.

WITTKOWER, R. (1990). Gian Lorenzo Bernini: el escultor del Barroco romano.

http://www.galleriaborghese.it/

 

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