Comentario Exhaustivo (II): «La Venus en el Espejo», Diego Velázquez

Venus en el Espejo

Es un cuadro del que no sabemos con exactitud la fecha de su ejecución, pero posiblemente fuese entre 1648 y 1650, en su segundo viaje a Madrid, aunque algunos opinan que esta obra fue pintada en la misma época que “Las Hilanderas”, y otros la fechan poco antes del segundo viaje a Italia del pintor.

Esta obra estuvo en la colección de Carpio hasta 1688. Más tarde estuvo en la colección de los Duques de Alba hasta finales del siglo XVIII. Después pasó a la colección de Godoy, y fue vendido en 1808. Finalmente se encuentra en la National Gallery of Art en Londres desde 1906.

La representación está realizada en óleo sobre un lienzo que mide 122 x 177 cm.

Afrodita (Venus) es la diosa que rige el deseo sexual, símbolo de la belleza, y se encarga de controlar todas las facetas del amor y la fertilidad. Aunque normalmente aparece con ciertos atributos como joyas, las rosas y el mirto, aquí aparece despojada de todo ello.

En esta obra, la diosa se representa sensualmente tendida sobre un lecho cubierto por una tela de un tono grisáceo oscuro, dándole la espalda al espectador.

Venus se apoya sobre su brazo derecho, con una melena castaña recogida en un delicado tocado y mirándose en un espejo.

Lo excepcional de esta obra es la presentación del desnudo de espaldas, pues nos insinúa sin enseñar, nos invita a ver un cuerpo de tez blanca y delicada, tratada con una excelente suavidad, con mejillas sonrosadas y anatomía perfectamente cuidada.

CUPIDO

Pero Venus no aparece sola en la composición, sino que está acompañada por Cupido, representado como un niño alado, pero sin su arco y su flecha (de nuevo despojado de sus atributos), con las manos cruzadas una sobre otra, y por encima de las muñecas encontramos una cinta, que podría simbolizar el vínculo entre él y Venus. Además observamos en él una encarnadura de un tono más oscuro que el de la diosa, con un rostro apenas esbozado con manchas e inclinado sosteniendo un espejo, espejo en el cual Venus refleja su rostro.

Julián Gállego afirma que la cinta que posee Cupido puede aludir a una especie de atadura entre él y la diosa, y que éste tiene una expresión melancólica, dando lugar a pensar que el amor (Cupido) había sido vencido por la belleza (Venus).

Pero nos centraremos en el objeto que más nos puede llamar la atención de toda la composición: el espejo. Sobre este elemento podemos decir muchas cosas, la primera de ellas es que a través de él, la diosa se introduce en el plano del espectador, ya que dirige su mirada hacia nosotros, y su rostro demuestra un estudio de la luz similar al de los maestros holandeses. La imagen desenfocada en el espejo en segundo plano es símbolo de la percepción visual. Asimismo, el espejo es un recurso muy utilizado en obras anteriores a Velázquez, como en los hermanos Van Eyck o Quentin Massys, pues ellos también utilizaron este elemento para dar al espectador más información de la que la obra ofrece.

Igualmente debemos reparar en otra característica, pues Velázquez ha introducido en la obra unos pliegues en tonos grises, blancos y rojos; este último nos recuerda a un pintor veneciano, Tiziano, pues aunque no estemos ante la misma tonalidad del color en cuestión, era un componente muy utilizado por el pintor.

La Venus del espejo, detalle

Se ha llegado a pensar que la retratada podría ser la amante de Velázquez en Italia, llamada  Flaminia Triva (de la que tuvo un hijo durante su segundo viaje).

Es el único ejemplo que tenemos de un desnudo femenino realizado por el pintor sevillano. Era un tema difícil de encontrar en España, ya que estaba desaprobado por la Iglesia, y por esto, a pesar de ser un cuadro universalmente aclamado como obra de belleza incomparable, durante la mayor parte de su historia, ni siquiera fue aceptada.

Como hemos comentado antes, había que pensar que Velázquez se había limitado a pintar una modelo cualquiera (traicionando la vocación de pretender que un desnudo vulgar representara a una diosa), o bien, había que sospechar que la obra fue realizada por la mano de otro pintor, y es aquí donde encontramos la incógnita.

Llegaron a pensar que la obra podría ser de un imitador inferior, pues se encontraron las letras “JBDM” en el lado izquierdo del lienzo, lo que llevó a pensar que se trataban de las iniciales correspondientes a Juan Bautista del Mazo.

Se llegó a la conclusión (a través de una comisión constituida por el National Art-Collections Fund) que esas marcas eran accidentales, no una inscripción. Más tarde se pensó que realmente las letras que se podían leer eran “MENGS” y la fecha de “1764”.

Finalmente, los que mejor conocieron esta obra nunca dudaron de que fuese de Velázquez.

Era indiscutiblemente una obra maestra, pero a las clases medias de la Inglaterra de comienzos de la era victoriana debía de parecerles tan indecente como a los apologistas de la Contrarreforma en la España del siglo XVII.

La Venus del espejo, acuchillada

Este exquisito lienzo sufrió un ataque perpetrado en 1914  por una sufragista que lo acuchilló para llamar la atención hacia las crueldades sufridas a manos de la policía por algunas de sus correligionarias en la campaña por el voto femenino.

Finalmente fue restaurado en 1965.

Encontramos representaciones de Venus desde la Antigüedad, siendo las más conocidas “Afrodita Cnidia”, “Venus de Milo”, y “Afrodita Púdica”, entre otras. Y en épocas más cercanas podemos destacar “La Venus en el espejo” de Peter Paul Rubens, “La Venus dormida” de Giorgione o “Venus con un espejo” de Tiziano.

Para concluir, diremos que para algunos, “La Venus en el espejo” de Velázquez simboliza la vanidad, pero es más que evidente la admiración por la hermosura que posee la diosa.

Fuentes consultadas:

AA.VV. (2009). La Guía del Prado. Madrid: Museo Nacional del Prado.

BROWN, J., GARRIDO, C. (1998). Velázquez, la técnica del genio. Madrid: Encuentro.

CHECA, F. (2008). Velázquez, obra completa. Barcelona: Electra.

LÓPEZ-REY, J. (2014). Velázquez, obra completa. Colonia: Taschen.

ELVIRA BARBA, M.Á. (2013). Arte y mito: manual de iconografía clásica. Madrid: Sílex.

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