“Desde su fundación, los museos han sido vinculados con la educación, pero la manera en que esta vinculación ha sido entendida ha cambiado enormemente a lo largo del tiempo. Desde que la adquisición de objetos valiosos e interesantes en colecciones reales comenzó a producirse a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, la idea de que los museos son educadores potenciales ha estado latente. Sin embargo, el concepto de museo como recurso educativo, es decir, un museo al servicio del público, que incluye actividades formativas, eventos culturales, y publicaciones informativas, etc., ha tardado cientos de años en establecerse”.
Estas palabras de Amaia Arriaga Azcarate abren una vía de diálogo acerca del nacimiento de la educación en museos tal y como la concebimos en la actualidad. Si bien es cierto que esta educación se presenta de forma muy heterogénea, se vislumbra una evolución constante desde sus orígenes hasta la contemporaneidad. Para abordar este asunto, principalmente se encuentran dos textos que sirven de gran apoyo para este discurso: Perspectivas: situación actual de la educación en los museos de artes visuales, y Desarrollo del rol educativo del museo: narrativas y tendencias educativas.
Los comienzos de la educación en museos pueden situarse en los siglos XVIII y XIX, cuando surge un debate en la sociedad que enfrenta el elitismo contra el populismo. La democratización cultural surge en los años setenta como consecuencia del reconocimiento de los derechos humanos y, en particular, del derecho a la cultura; persigue facilitar el acceso de todos los individuos a la cultura a través de la difusión de los conocimientos y de la creación de equipamientos culturales, es decir, el disfrute de los bienes culturales por toda la sociedad. Es en este momento cuando surge la idea de un museo público, esparciendo la idea de que las colecciones que albergan estos museos tenían que hacerse accesibles para todos. En Francia, más concretamente en el Musée du Louvre, encontramos que fue éste uno de los primeros museos públicos[1], ya que el acceso a los tesoros había sido considerado un derecho civil por la República; sin embargo, el museo seguía siendo un espacio de conservación. Dicho esto, los museos públicos del siglo XVIII limitaban su educación a la mera exposición de piezas, y fue éste el concepto educativo que perduró a lo largo del siglo XX en la mayoría de los museos europeos, entre los que se encuentran los Musei Vaticani y el Museo Nacional del Prado.
A pesar de que Francia fue pionera en los museos públicos, Reino Unido comenzó a introducir cambios que influyeron al resto de países. En este caso, muchos museos americanos tomaron como ejemplo a seguir el museo londinense de South Kensington –actualmente Victorian & Albert Museum-, que abrió sus puertas en el año 1857 con el propósito de “educar el gusto de los británicos y diseminar el conocimiento sobre el arte a través de la educación popular”. No obstante, en Europa la adquisición, conservación y estudio de las obras de arte siguieron considerándose las únicas ocupaciones de la institución.
A finales del siglo XIX y sobre todo a principios del XX con la aparición del IMO[2] (International Museum Office), los museos dieron más importancia a la labor educativa[3], puesto que se habían convertido en meros contenedor de objetos. De este modo comienzan a desarrollarse los departamentos de educación, en Estados Unidos, Gran Bretaña, Bélgica o Canadá. Pero, ¿qué pasaba en España?
Los primeros museos públicos españoles abrieron sus puertas en el siglo XIX, y en sus inicios la labor educativa se puede calificar de inexistente. Cuando estos museos posaron su mirada en el público que les visitaba, se empezaron a poner en marcha estrategias para que las piezas artísticas fueran más comprensibles para los visitantes o, al menos para que la visita a las exposiciones no les resultara una experiencia del todo ininteligible. El primer acercamiento de las piezas al público fue la colocación de cartelas –ofreciendo información tipo autor, título y época de la obra-, seguidas de conferencias y visitas guiadas.
En el año 1974 el ICOM propició de manera oficial la creación de los Departamentos de Educación y Acción Cultural (DEAC), manifestando que la educación y la comunicación debían incorporarse a las funciones fundamentales de los museos. En este asunto se presentan como precursores el Museu Nacional d’Art de Catalunya (1973) y el antiguo Museo de Arte Moderno de Barcelona (1974), a los que se suman los departamentos de educación del Museo de Arqueología de Álava, del Museu de Badalona, del Arqueológico Nacional, del Museo de Zaragoza o del Nacional de Etnología. De igual forma a comienzos de los años ’80, numerosos museos se habían unido a las actividades educativas, como el Museo de Bellas Artes de Valencia (1981), el Museo Nacional de Escultura de Valladolid (1983) o el Museo de Bellas Artes de Bilbao (1984). Algo importante a destacar, es que la denominación de estas labores educativas fueron cambiando desde su concepción y con el paso de los años, nombrándose gabinete didáctico, departamento pedagógico, área de comunicación o difusión cultural, departamento didáctico, etc., y no será hasta 1985 cuando se unifique su nombramiento como departamentos de educación y acción cultural.
Por último, es conveniente citar las palabras de Rufino Ferreras Marcos (2008), las cuales abarcan la educación en museos españoles:
“Hasta hace poco menos de una década el peso de la educación en los museos era, al menos en España, algo testimonial. Lenta, pero progresivamente, la educación se ha ido haciendo un sitio dentro del museo, a instancia de una sociedad distinta a la de hace unas décadas, de una sociedad que ve el museo como algo propio y que demanda sentirse parte del conocimiento que alberga o genera”.
Actualmente, son muchos los aspectos que han ido cambiando y los que aún están por cambiar, quedando mucho camino por recorrer en lo que a la educación en museos se refiere.
Fuentes consultadas:
Acaso López-Bosch, M. (Coord.) (2011). Perspectivas: situación actual de la educación en los museos de artes visuales.
Arriaga Azcarate, A. (2011). Desarrollo del rol educativo del museo: narrativas y tendencias educativas.
Ferreras Marcos, R. (2008). ¿Dónde reside el conocimiento? De intercreatividad, conectivismo y otras caóticas maneras de educar en los museos.
Hidalgo, J. (2012). La adaptación al cambio de los Departamentos de Educación y Acción Cultural en la evolución de los museos: del simply watching al learn by doing.
Lavado Paradinas, P.J. (2008). Educar en el Museo.
Valdés Sagüés, C. (2011). La difusión en los museos.
[1] El Musée du Louvre abrió sus puertas al público el 10 de agosto de 1793.
[2] La International Museum Office se constituye en julio del año 1926 en París, Francia.
[3] Los educadores progresistas de los años ‘20, como J. Dewey o M. Montessori con su énfasis en el uso de la experiencia y las cosas reales, también reconocieron el potencial experiencial y las situaciones de aprendizaje artístico no estructurado que se pueden dar en los museos. Más adelante, pero en esta misma dirección, Victor D’Amico, responsable del Departamento de Educación (Director of Education) del MOMA entre los años 1937-1970, consideró que el museo debía servir como un laboratorio educativo para la experimentación de métodos de enseñanza que aplicaran los saberes de la psicología del desarrollo infantil en relación a la instrucción artística, y empezó a aplicar las ideas de “aprender haciendo” de John Dewey y de otros defensores de la educación progresista.