Justiniano reinará entre el año 527 y el 565. Podemos decir que con él se da la etapa de mayor esplendor y la época en la que tiene lugar un gran renacimiento a todas las luces del mundo cristiano, ya que logrará expandir aún más el territorio, e incluso, formará las bases reforzando y acentuando su poder y el de la Iglesia.
Durante esta etapa se afianza la autocracia y se puede decir que se inaugura el ‘absolutismo’ en Bizancio. Gobierno autocrático que lo que quiere es controlar el Imperio, que requiere una amplia burocracia. El mundo bizantino está muy ligado a la cultura latina y sobre todo a la cultura griega anterior.
La celebración se va a asentar. Rompe con la tradición arquitectónica anterior y se abandonará la tradicional basílica constantiniana. También el mobiliario y la decoración interior estarán en función de la liturgia.
Se impone un templo de planta central, que se adaptará mejor a la liturgia bizantina. Se va a poder separar al clero del pueblo. Además el culto se desarrollará en el centro del espacio bajo la gran cúpula central. Se impone el tipo de iglesia abovedada con una gran cúpula que cubre el espacio central y va a estar rodeada por otras semicúpulas. Ello sirve también con un carácter simbólico, con una atmósfera diferente, una esfera que determina un espacio ideal, mágico.
Los fieles quedaban sorprendidos ante tal ornamentación, tan lujosa. Por ello también en Bizancio se va a iniciar un desarrollo del lujo y la riqueza. Va a existir una industria que trabajará para la Iglesia y el Estado.
Entre ello estará la labor de las sedas, marfiles, orfebrería, códices… es un mundo fastuoso.
El centro será la ciudad de Constantinopla, ahora llamada Bizancio.
Santa Sofía de Constantinopla, 532-537. Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto. Hagio Sophia.
La dedican a la sabiduría, filosofía, al pensamiento. Es la advocación filosófica del mundo griego.
Su origen lo tiene en una basílica levantada por Constantino II, que se consagra en el 360 y se incendia en al año 404, y se vuelve a construir otro templo consagrándose en el 415, pero vuelve a incendiarse en el 432. Hay una insurrección, la de Nika, por la que se produce todo ello.
Tras esto, Justiniano pacifica la ciudad y promueve un nuevo templo totalmente diferente y novedoso en su concepción y edificación. Escogerá a estos arquitectos que en sí no lo eran, sino que eran científicos. Había que solucionar los aspectos técnicos que estaban surgiendo de la construcción del edificio. Eran útiles.
Está patrocinado por el poder imperial.
Antemio de Tralles era de Libia y lo contrata como teórico, experto en geometría, pintura y escultura. Fue el responsable de la planta y de su concepto centrado. Además bajo él se levantaron los cimientos.
Isidoro de Mileto era jónico, era técnico. Un auténtico experto en estereometría, hombre ilustrado.
Con ellos se alza este edificio. Sus obras duraron seis años y diez días y fue consagrada el 26 de diciembre del 437. Pero la cúpula, que ya era la que daba problemas, empezó a quebrarse. En el 553-557 sufrió dos terremotos y terminó por derrumbarse en el año 558. Por lo que se tuvo que levantar otra nueva que corrigiera los fallos de la anterior.
Durante los siglos IX-X, la basílica fue reforzada, sobre todo el pórtico norte, y parte de las semicúpulas. En el siglo XV el templo se transformó en mezquita produciéndose un gran cambio en su parte interior, sobre todo en la ornamentación, eliminándose todo y añadiéndose los alminares.
Ha sido elogiada unánimemente y es el paradigma del renacimiento bizantino.
Se va a plasmar el ideal del Imperio, uniendo el culto imperial con el cristiano. Se encontraba junto al palacio imperial y además se sitúa sobre la colina del primer asentamiento de la ciudad. Todo ello es u compendio de simbolismo.
La planta del templo es rectangular, sencilla. Conjuga el cuadrado con el círculo (sentido simbólico). El cuadrado central marcado por cuatro pilares, también simbólico, que determina las naves laterales y en función de sus propios tramos. Se va a marcar un eje longitudinal de manera diferente que con las basílicas de Constantino. Responde a una planta centrada que estará determinada por el cuadrado central. Sobre esos cuatro pilares se levantará cuatro grandes arcos torales. Los de las zonas norte y sur se verán al exterior y los del este y oeste quedarán insertos en la estructura. En las esquinas resultantes de estos arcos torales surgirán las pechinas que soportarán la inmensa cúpula. Esta cúpula descargará su fuerza sobre esos cuatro grandes arcos, pero también será reforzada por las siguientes semicúpulas que se sitúan en el lado este y oeste, y por el lado norte y sur serán enormes contrafuertes que permitirán la sujeción de la cúpula.
En su interior presenta un aspecto mágico por las varias transformaciones. Destacar el valor y protagonismo que tenía la luz, que responde a un concepto de la luz neoplatónico, comparado con la belleza, a través de la luz; y la luz como símbolo de la divinidad. Por ello, debía estar presente en el interior para la divinidad. La Iglesia quería ser el reflejo en la tierra de la bóveda celeste, de esa luz divina. Esa luz es ordenada, premeditada y bien concebida. Se le da una gran importancia al interior y está muy ornamentado y recargado, pero a pesar de ello, va a dar una sensación de inmaterialidad, casi flotante por esa ausencia de pilares y columnas.
Esa decoración está muy ligada al revestimiento de los muros con mármoles de colores brillantes y mosaicos.
En este caso queda poca decoración, sólo algunos revestimientos de mármoles y los capiteles decorados con volutas, realizados al trépano con grandes cimacios sobre la columna.
Este templo servirá de modelo para otros que se realicen posteriormente.
Por si os interesa, os dejo aquí algunas imágenes que os pueden ser de ayuda (podéis pinchar en ellas para descargarlas).