En la pátina dorada de los años es donde debemos buscar la verdadera luz, el color y el mérito de la arquitectura”. – JOHN RUSKIN
Si el siglo XVIII supuso una cierta hegemonía, había creado también en la sociedad británica un sentido de libertinaje, llevando a cabo una depuración de las costumbres. Esto da paso a un siglo XIX donde el realismo, clasicismo y romanticismo no se dan sucesivamente. Desde el siglo XVIII se dan elementos que son propiamente románticos, y en el XIX por el contrario, referencias al neoclasicismo.
El hierro será el nuevo material de la Revolución Industrial, y en la era victoriana será un elemento fundamental para gran parte de su nueva arquitectura. Como ejemplo, la construcción del Cristal Palace cuando se origina el movimiento de las exposiciones universales. Es el momento de demostrar al mundo sus avances tecnológicos, tanto desde el punto de vista territorial como de la ciencia.
Un punto clave a tener en cuenta en este momento es que la estética que más cuadraba en la sociedad británica era el gótico; tanto el gótico en sus creaciones originales, como sobre todo el gótico en sus recreaciones actuales (neogótico).
Esta arquitectura de hierro y cristal a la que obedece el Cristal Palace, obedece también la Bolsa de Carbón y por supuesto el ferrocarril, creándose como medio de transporte rápido, dejando atrás el coche de caballos. Se ofrece ahora comodidad para los viajeros, evitando los saqueos de las diligencias, además de ser un signo de prestigio viajar en tren, el ferrocarril implica estaciones: la estación Victoria, King Cross St. Pancras… nueva arquitectura hecha por ingenieros.
John Ruskin era de familia acomodada, de esa sociedad puritana muy anglicana. Jamás hizo una restauración, fue un sociólogo, escritor y crítico de arte y una figura fundamental de lo que fue la restauración romántica. Sus padres eran un comerciante y una ama de casa. Ruskin recibió una formación actual para la clase burguesa de la época, donde la buena formación y la unidad dan lugar a la rectitud moral, éxito en los negocios, y buen gusto. Tuvo una formación prestigiosa en Oxford. Viajó mucho fuera de Reino Unido por la condición de comerciante del padre, pero lo más importante es que hizo el Gran Tour (estuvo en Italia).
Ya había desarrollado desde joven su habilidad de escritor polemista, siendo una persona brillante en su expresión tanto escrita como oral. Le interesó sobre todo la arquitectura, tenía buena habilidad para el dibujo y la acuarela, y desde joven le gustaba escribir para formar artistas y enseñarles a ver y sentir el arte junto con las formas de la naturaleza; era un verdadero obsesionado por reflejar la naturaleza.
Ruskin consigue una gran fortuna gracias a su herencia paterna, la cual la dedicó a crear instituciones sociales filantrópicas, a recuperar el arte medieval y popular, a formar artísticamente a los obreros… Intenta recuperar incluso el esquema de los gremios antiguos, creando “The Guild of Saint George” (el gremio de San Jorge), y como complemento de esto la Compañía de San Jorge, para que aquellas personas que no tuvieran acceso a la formación pudieran recibir una instrucción y aprendieran a tener mano y habituarse al dibujo, ya que lo defiende por encima de todo, encontrando en él toda la esencia.
Compartimento del Baptisterio de Florencia, acuarela de John Ruskin
Lo que está proponiendo Ruskin es una tarea de mantenimiento y no de restauración. Todo ello es contrario a lo que proponía Viollet-le-Duc. Según sus teorías, el monumento, al igual que el ser humano tiene una trayectoria vital. Es preferible una ruina, por su autenticidad, que una restauración que crea una falsedad. Solo se restaura la materia, no la idea del que fue su creador, para evitar la manipulación y la invención, y no dar lugar a lo falso. No está hablando de conservación preventiva. Esa será su filosofía.
Él pasa a una simple contemplación, a la no acción sobre el monumento, y a retirar que la obra de arte sólo pertenece a su creador, posicionándose totalmente en contra de la restauración estilística que proponía Viollet-le-Duc. John Ruskin se reafirma en que la obra de arte sólo es válida en su concepción originaria. Empieza incluso a valorar el aspecto pintoresco que tiene la ruina.
Abadía de San Galgano, Siena
La pátina es un aspecto en el que existe una polémica científica por parte de la Escuela de Restauración Británica y también de la Italiana. Ruskin defiende limpiar las pinturas, y Cesare Brandi defiende dejar las pátinas[1].
Ruskin también a valora la naturaleza, le interesaba potenciar la idea de monumento y del paisaje; es algo novedoso. Es uno de los primeros que defienden el valor del medio ambiente, tanto natural como urbano.
Palacio de Sanssouci, Potsdam
El verdadero sentido de la palabra restauración no lo comprende el público ni los que tienen el cuidado de velar por nuestros momentos públicos. Significa la destrucción más completa que pueda sufrir un edificio, destrucción de la que no podrá salvarse el menor fragmento, destrucción acompañada de una falsa descripción del monumento destruido… es imposible, tan imposible como resucitar a los muertos, restaurar lo que fue grande o bello en arquitectura”.
La Granja de Moreruela, Zaragoza
Ruskin se posiciona contrario a cualquier manipulación del edificio que cambie su apariencia, pues según él las obras pertenecen a sus creadores, y nosotros sólo podemos contemplarlas y disfrutar de su decadencia. Es partidario de realizar únicamente intervenciones puntuales, tipo: grapas metálicas, sustitución de cubiertas, limpieza de desagües, apuntalamientos… Ruskin consolida el valor de la ruina antes que la falsificación que pudiera ofrecer una desafortunada restauración.
Fuentes y enlaces de interés:
Ruskin, J. (1997). Las siete lámparas de la arquitectura.
Ruskin, J. (2000). Las piedras de Venecia.
Ruskin, J. (2014). Imitación y verdad.
https://archive.org/stream/p3dictionaryofna01leesuoft#page/305/mode/1up
http://www.victorianweb.org/espanol/pintura/ruskin/index.html
[1] Proceso que sufren los materiales con el paso del tiempo. Carácter indefinible que con el tiempo adquieren ciertas cosas.